Paco Romero Hace unos días alguien cercano a mí, bromeó llamando a su barrio «El paraíso del ladrillo visto». A pesar de la profunda carga de ironía, creo que no hay forma mejor de explicar con menos palabras los desastres urbanísticos que hemos sufrido en los últimos años en nuestras ciudades. Afortunadamente, aún hay esperanza.